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Justicia poética

Diego Jalón Barroso
Viernes, 06, Diciembre, 2024

En la Grecia clásica había una diosa, a la que dedicaron en el siglo V antes de Cristo un templo en Ramnunte, del que se conservan unas ruinas y una preciosa estatua de mármol, al parecer de un discípulo de Fidias, que hoy se puede contemplar en el Museo Arqueológico de Atenas. Era la encargada de castigar el exceso de orgullo y la arrogancia, para restablecer el equilibrio y la justicia, como tuvo que aprender por las malas el Edipo de Sófocles. Lo que está por ver es si más allá de la Tebas de Layo y Yocasta, Némesis sigue conservando sus poderes en la España del siglo XXI.

Lo que sí hemos visto es ese Congreso Federal del PSOE, un bizarro fasto a caballo entre el carnaval de Cádiz y una rave en Coachella, en el que, entre ciclópeos focos y gigantescas pantallas de plasma, aterrizó Sánchez como Daft Punk en 2006 en el desértico valle de California. Los robots franceses deslumbraron al mundo con su pirámide y los afiliados socialistas demostraron en Sevilla que están dispuestos a meterse en ella con su faraón antes de que las puertas se cierren para siempre.

Entre los lamentos por la cacería humana y la persecución judicial, el miedo y la rabia, las sonrisas forzadas y los aplausos desquiciados, la aclamación a Begoña y la ovación a la ristra de miembros del partido empapelados o empapelables, todos salvo Ábalos que al parecer es ya "esa persona de la que usted me habla" y no ese factótum todopoderoso encumbrado en el anterior Congreso en Valencia, todo resultaba bastante falso y muy jartible, que dicen las chirigotas. Lo que no vimos fue un ideario socialista con el que el partido presentase algo parecido a un proyecto para España.

En el PSOE ya todo es Bauman, una modernidad líquida de absoluta ambigüedad moral, que sólo puede conducir a nuestro país a una incertidumbre permanente y a una angustia patológica, como pronosticó en 1999 el sociólogo polaco. Eliminan las siglas Q+, pero aseguran que siempre van a defenderlas, se promete el bilateralismo y a la vez el multilateralismo en la financiación autonómica, se pacta con unos un impuesto a bancas y eléctricas y con otros se acuerda derogarlo. Es una especie de todo a la vez en todas partes, en el que ya nadie entiende nada, salvo que hay que resistir, por mucho que la periclitada Yolanda se empeñe en decir que no estaría de más tratar de gobernar, como si tuviese alguna idea de cómo hacerlo.

Hasta el sobrevalorado García Page, que anda siempre con su cantinela de los principios del socialismo, eso de la igualdad y la solidaridad entre regiones, resulta que lo predica cuando se trata de conseguir más pasta para su región, pero ha conseguido que en Sevilla se apruebe que ni una gota de agua que pase por tierras castellanomanchegas pueda usarse para regar en Murcia, en Andalucía o en esa Comunidad Valenciana con la que tan solidario dice sentirse por lo de la DANA.

El socialismo español era hasta hace unos años una ideología política, pero se ha convertido en un mercadillo de trileros en el que a lo único que puede aspirar cualquiera que se acerque es a no ser estafado. Hubo un tiempo en el que el PSOE pretendía representar a una mayoría social, pero ahora sólo trata de cuadrar el círculo de contentar a todos sus socios y engañarlos a todos a la vez. Porque, aunque no se hayan atrevido a llamarla así, la ponencia presentada en Sevilla debería titularse "Sí a todo lo que Sánchez necesite", que para eso es el líder supremo, el puto amo y el llamado a regir nuestro destino hasta el infinito y más allá.

El PSOE ya nada tiene que decir, por ejemplo, sobre por qué aumenta de forma exponencial la desigualdad y la pobreza en un país que crece al tres por ciento y que ya no es ni una moto ni un cohete, sino la "locomotora europea". Nada coherente que aportar sobre paro, inmigración, financiación autonómica o política exterior. La desconexión entre los socialistas y ese país que adelanta por izquierda es total. De Sevilla no salió ni una sola propuesta que pueda interesar a los ciudadanos, salvo a los que estaban allí reunidos. Sánchez ha convertido su partido en un barco agujereado cuyo único objetivo es seguir a flote mientras su tripulación sólo se dedica a achicar agua y apagar incendios, mientras crece la congoja y se agiganta el fanatismo.

Por delante se multiplican las tormentas. Némesis se ha vuelto contra Sánchez y agita la nube oscura de la corrupción. La respuesta ha sido declarar la guerra a jueces y tribunales, todos fascistas incluso la UCO, y por supuesto a esos medios de comunicación que se atreven a publicar mentiras indecentes. Otros intentaron antes combatir así las embestidas de la diosa griega. Por ejemplo, Nixon en Estados Unidos, Cristina Kirchner en Argentina o muy recientemente ese primer ministro de Corea del Sur de cuyo nombre no puedo acordarme. La cosa no acabó bien para ninguno. Y por supuesto, esas cosas se las dejan a Montero, la guardiana de nuestra Hacienda, acusar a los otros de golpistas, como también hace Maduro, el jefe de la querida Delcy. Si esto fuera el caribe, Feijóo y los suyos ya estarían entre rejas.

La otra amenaza es que como no todos los políticos tienen el cuajo y la resistencia de los materiales con los que está construido Sánchez, ya quisiera el adamantium de Lobezno, pues resulta que muchos de los partidos que le ungieron y ahora le jalean amenazan ruina y colapso. Eso de Sumar que se inventó la cursi es ya una colección de girones y errejones que parece incapaz de atraer votantes a las urnas, ni aunque se lo pregunten a Tezanos. Y Podemos sólo quiere venganza, aunque tampoco tiene el coraje de acometerla cuando llegan los momentos decisivos. Hizo votar a su militancia que rechazarían los presupuestos si no se cumplen sus insólitas condiciones, pero veremos si tienen valor suficiente para no aprobarlos, o de nuevo pasarán por el aro y decepcionarán otra vez a sus escasos seguidores.

ERC está en los huesos y vuelan los cuchillos, lo que no parece demasiado recomendable cuando de ellos dependen los gobiernos de España y Cataluña. Estar además en manos de Puigdemont no es tranquilizador. Y ya sabemos, que se lo pregunten a Rajoy, cómo se las gasta el PNV. Así que al final resulta que el aliado más fiel, el único fiable, es ese partido de los herederos de ETA con el que, "si quiere se lo digo veinte veces", nunca vamos a pactar. Ni la misma Némesis hubiese concebido semejante justicia poética.

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